miércoles, 28 de octubre de 2009

CANTO DE LOS NAUFRAGOS




La nueva guarida del mar
________está en tu sexo.
Mi lengua barca azul
boga borracha en la corriente.

Soy el navegante inesperado
Canto el eco de los náufragos en
la isla ajena flotando sobre el vino.

Tú bailas desnuda como una mantarraya
_______________debajo de mi cuerpo.
Yo respiro bajo el mar como
hundido barco piel de algas
que en la noche es chasquido de
dos estrellas que se besan.

Yo no sé si son gemidos
el sonido de las olas que despiertan a la luna,
o son tus uñas soterradas en mi piel de navegante

como el corazón de los amantes en el filo de las rocas
________________________________bajo el agua.

martes, 29 de setiembre de 2009

RELIEVE DE UNOS PICOS Y UNAS ALAS



Camino rondas de la medianoche. El pasillo de los ecos desesperados me abruma, claman en la angustiosa canción de las cañerías, en la puerta desolada y en el vaivén taciturno de las voces callejeras. El sol cuajado aguarda como el guardián de los perros.
Y las aves que se estrellan en la ventana
-N o_ e s t i r e s_ l a _s o g a- parecen decir…
El aire frío penetra y acalambra mi estómago. El nudo ajusta una caricia desdeñosa sobre mi piel. El nudo: cosmos del filtrante tiempo de la muerte en mi cuello y de las aves sin plumas decapitadas ya sobre la mesa. Y gota a gota, litros de sangre, huellas: resaltan en sórdido y rojizo albor de escalofrío.

- ¿E x i s t e_ e l _p a r a í s o?-

- N o – Dicen:

-N o_ e s t i r e s_ l a _s o g a,_
n o_ i n c u r s i o n e s _
e n_ l a_ p e r p e n d i c u l a r i d a d
d e _l a_ s o g a_ y_ e l_ c i e l o,
n o_ d e s_ t u_ m a s a,
t u_ v o l u m e n,
t u_ t i e m p o…-

Y una piedra rompió la frase como los vidrios de la casa antigua o el débil esqueleto de las aves.

Ahora siéntate invierno. Sírvete de mis huesos, sírvete de mí que hasta mi propio perro hunde los colmillos hasta dejarme en oquedad. Entonces su aullido traicionero irrumpe como el viento en las grietas de la noche invierno invierno
i n v i e r N O

- ¿A ú n_ m u e v e n_ l a s_ a l a s_
l a s_ a v e s_ d e c a p i t a d a s_ e n_ l o s_ p l a t o s _
s o b r e_ l a _m e s a?-

Movimiento desincronizado de la cortina. Los papelitos peregrinan alrededor de mis pies. Un rostro rebelde e inesperado se asoma e insiste:

- N o_ e s t i r e s_ l a_ s o g a…

¿Los muertos piensan en la muerte? Anoto esto sobre la mesa cerca del ala izquierda de un ave decapitada y no estoy seguro. Apago la luz… la enciendo. En relieve: los intensos visos de la noche alargan sus ramas y acarician tímidamente la ventana. Los vidrios se empañan y es por mí…

-N o_ e s t i r e s_ l a _s o g a,
n o_ d e s_ u n_ g r a m o_ d e_ p i e l,
n i_ u ñ a
o_ p e l o.

No estires la soga a las 3 en punto de este insomnio donde los sueños son aves invisibles sobre la penumbra de los cuerpos desorbitados ante el estribillo enfermo del desequilibrado y narcótico universo.

La realidad está en el revés de mis ropajes pero ahora estoy desnudo y tengo hambre, mucha hambre. Es bueno tener hambre cuando las aves se estrellan a cada rato en la ventana, cuando uno se conmueve y desata la soga del cielo, siente al invierno derretirse como el cuerpo de un animal descomponiéndose irremediablemente sobre la acera, escucha el ladrido de un perro, siente el cajón que se cierra ocultando la soga, los pasos solitarios en rondas de la madrugada y en relieve: unos picos unas alas que pululan sobre el cielo inmóvil…

Ah… me pregunto si algún día dejarán de suicidarse en mi ventana.



sábado, 15 de agosto de 2009

LACIUDAD

La celda con escaleras negras
clavadas bajo el cielo gris.
Yo aún voy por la primera escala

por el peldaño oscuro que multiplica
escalón por escalón.


Llegar al último piso
es sorprender al abismo
con la boca abierta:
____________________¡Hambrienta!
Enmudecer viendo la puerta cerrada
que no da tregua
da ganas de dejar volar palabras-murciélago
de mi lengua.
Y lidiar con el humo
con la ciudad
con el cielo preñado de sótanos
donde jugamos
a vivir

lunes, 13 de julio de 2009

TRECE ALFILERES






Ha muerto.
el sastre ha muerto
Nadie sabe cómo ni desde cuando
lleva trece alfileres clavados en el corazón.
Viudo
hinconado
desarmaba los vestidos de su difunta esposa
observaba por la ventana,
tomaba café y los volvía armar.

Braulio había dejado de llorar pero no su oficio:
la aguja que hería y el hilo que ahorcaba,
puntada tras puntada
maquina en los vestidos donde un día hubo hombros
que mordió, que lloró,
donde un día soñó con el sosiego del vientre a mediodía virgen,
donde un día beso suaves senos de aurora,
vagina de terciopelo y galopante corazón
-¿y el dorso extenso que su lengua conquistó
de lunar a duna y de duna a lunar?
No hay más rostros sonriendo en la amanecida del espejo
ni un grito, sólo el silencio y el instrumento de aire triste,
el caminante solitario del saxo desde el vitriolo nocturno,
urgente medianoche
y soledad…

Trece alfileres en su interior
y un hilo negro empapado de sangre
unía ventrículos, arterias,
cruzaba con ojos cerrados la hendidura de un anillo de bodas
y un abismo

Ya hace unos meses había caído en cama y no estaba convencido.

No fue ya un hilo negro sino uno gris
que ataba las articulaciones y los nervios,
él dejaba caer las tazas y le templaban los pies.
Con hilo blanco después ahorcaba los cartílagos,
columpiaba los huesos y en las costillas una telaraña
atrapaba la luz.
El hilo marrón amarraba el insomnio y la madrugada,
las ojeras flotaban en el café.
El hilo lila recorría los intestinos, el estomago, los pulmones,
los caminos del hambre y el paso taciturno del aire
desde el pecho a la garganta,
garraspera y tos,
garraspera voz hasta dejar puntillas atadas en la lengua,
unas sobresalidas en la nariz
y otras que abrazaban botones rojos que tapiaban las orejas
y los ojos de caramelo carbón…

Y no, vaya que no estaba convencido,
el pobre viejo desahuciado dejaba correr el hilo del dolor
por las neuronas hasta su cerebro,
aquí era donde él se detenía ha pensar en todos los recuerdos,
entonces era el hilo azul que lo salvaba
lo tomaba de la mano cuando estaba apunto de caer,
el hilo azul que brotaba desde su cráneo,
por eso tenia la cabellera azul cuando anoche lo encontraron,
la cabellera azul atada a la almohada como una barca al muelle,
como la almohada atada a los sueños,
como los sueños atados a Benita,
a la muerte y a los trece alfileres clavados
en el corazón.

sábado, 2 de mayo de 2009

CARTA AL ABUELO






Ya sé que no estarás allí, sentado junto a la ventana, esperando a todo el mundo, en el sillón leyendo el diario o en la cama haciendo la guardia al gemir de la puerta de afuera, a la bulla de los niños, a la locura y la conversación de los mayores, de pronto te asomes un par de veces y nos mires…
Entonces eras tú, al son de la costumbre de querer abrir siempre la puerta o contestar el teléfono (tapa al muerto) como si estuvieras esperando que llegaran desde muy lejos o que escucharas la voz que no escuchas ya hace tiempo, sentado y todo afuera, el gorgotear del lavadero, la abuela que lee su nuevo libro de cocina y pasa las páginas medio llorosa, los chicos que juegan en el patio y nadie los riñe, las ramas del mango fantasma que alientan metafísica, en el columpio alguien mece, el árbol de afuera está tan triste como yo, ahora duermes el sueño del cenital vespertino y las flores caen al piso lerdamente: agónicas, imparables…







Así la sombra arreó en nuestros vestidos, esta sombra que es más onda que la noche y las ojeras, más negra que el café, tan gris como el ser cabizbajo que pasa por la sala sin ser visto, opaco, en lontananza de la lontananza del día que bailaste hasta cansarte, pocos minutos viejo, pocos minutos de pie, un movimiento de cadera, un pie y el otro, entonces era la danza del abuelo, todos reían y bailaban, bailaban y reían pero no lloraban como ahora el tan terrible llanto de las puertas cerradas, en cada una de las habitaciones, en cada almohada, en cada hombro, en los desahogados gritos de que ya no vuelves y que ya no te veremos más, y que el beso y el amor y el viejo y el abuelo y el padre y el espíritu y el tiempo imparable lleva las maletas negras y nuestros rostros húmedos, y no, claro que no estás apurado por irte como cuando tenías que viajar al norte o a algún otro lugar o alguno de nosotros, recuerdo muy bien, el reloj en tu boca siempre estaba adelantado, y “ya-ya-ya-ya-ya-ya—vamos-vamos-vamos-vamos” y arrastrabas los pies del apuro ensordecido, rápido, rápido, casi corriendo al taxi y a cobrar el adiós que no queremos darte ahora, porque aún queremos aferrarnos a la idea de que estás en la clínica moribundo pero carajeando o en la habitación dormido junto a la abuela, de pijama y de amor.








La sombra perpetró en todo nuestro hemisferio, como una enfermedad o plaga de un siglo -el abuelo ha muerto- Recibí la llamada a las 10 de la mañana, estaba en el warehouse 9, pasadizo D, oscuro, el dolor de espalda, el polvo que me hacia estornudar y un nudo en la garganta, un quipu que nadie cuenta porque queda ahogado en un remolino de sentimientos y las palabras no llegan ha serlo nunca, sólo nudos, mudos nudos, nudos en la garganta, recuerdos que de pronto se encienden como rascapies en las manos o estrellas fugaces descendiendo sobre nuestra mente, el pasadizo que se enfrenta a mi desánimo, la realidad que se queda en un caja de cartón junto a las solicitudes de crédito, yo quiero crédito para no llorar, para ser fuerte y no creer en nada de lo que me han dicho… pero es cierto, confirman la mala noticia, el abuelo ha muerto, a las 9:15 am, mas o menos justo cuando caigo de la escalera de madera, a esa hora, nudos mudos, rascapies, estrellas fugaces, el abuelo se asoma a la ventana, la abuela se rie, Quipu, polvo, pasadizo, la oscuridad acaricia mi existencia, el abuelo ha muerto, ¡estoy encerrado en una caja!: warehouse 9, pasadizo D, 23 de abril del 2009 a las 9:15 de la mañana soleada, el sol no sirve para nada, nudos, nudos mudos, nudos fríos, nudos grises, me duele la espalda, me duele toditita el alma…








Semana Santa, el último round, los golpes en la mejilla, en todo el cuerpo, casi cien años: la clínica, la casa, la clínica, la casa, la clínica. La brisa no va más sobre las cuerdas. Tu perdición en las sábanas blancas, sujeto a todo el respirar, con tanta fuerza... los ojos idos en galope de soles, en luces profundas, aliento, aliento, aliento, nombras: luna...luna...

-¿Qué hora es?

mañana, tarde, noche, la mano fuerte en otra,

-¡No me dejes solo!

-¡No estás solo!
No te quites la sonda, dame un carajo...

El bastón se cae sobre las cuerdas, la abuela llora, mi madre, tu madre, ustedes, nosotros, el sol no entra, el ultimo round, nombres descoordinados, el ultimo golpe, ¿cuerpo a la lona? -No… aún no- Las cuerdas, los cabellos de todas tus hijas, la cadena sanguínea, hilo de hormigas en el árbol de mango, ¿te pica el cuerpo?, ¿tienes sed?, no te quites la sonda ni las hojas secas del árbol de afuera donde las lechuzas estiran el ala, existir o no existir sobre las cuerdas, los brazos fuertes, la buena alimentación, las enfermeras cariñosas... ¿el ultimo golpe? -No… aún no- Nos persigue la tarde, corremos por las escaleras, la correa suena y resondra, el abuelo corre y juega trás de nosotros, sobre las cuerdas la agonía...

-¡Donde están todos!

-Aquí estamos...

-¡No me dejen solo!

Nomenclaturas de la luna, la energía aún... Te sostuve de la mano la última tarde que nos vimos, agüitas, agüitas, nonada, agüitas, sobre la cuerda, resiste los golpes, la brisa que apenas... estas sentado en la playa donde nunca te vi.










Sábado 25 de abril, había gente fuera de la casa, llegué con mi padre cerca del mediodía, de luto, todos, como un pozo las ojeras, había mucha gente que te conoció, pero no te asomaste, no más. La sala no era la sala, era otra, un cuadro que se despintaba en ataúd, en flores que se arrastraban sin bastón, en velas que opacaban el día. No más centavos, la correa enrollada en el cajón perdido, en alguna de las habitaciones repletas de desorden o en alguien que llora por las cebollas…
Voy al cuarto donde esta la abuela, destrozada como el ramo de flores que vi cerca de la entrada, se que esto no puede estar sucediendo pero lo está, ahora no eres tú el que dice: ¡Agüitas! ¡Agüitas! recostado en la cama, con la camisa medio desabotonada y el bibirí que cubre tu frágil y pálido cuerpo de hace un par de años…

-Allí viene, el agüitas, así te llamaba él, el agüitas…

Dice la abuela, echándose a llorar sobre el hombro de mi madre que también lloraba, en ese instante nadie sabia de donde caía tanto aguacero, todo era fenómeno del niño del 98 y no podía estar sucediendo pero… su enorme vestido negro, el gallinazo a la espera, no lo soporte y salí a saludar a los demás, me acerque con cuidado, tal vez dormías o habían agujeros en el suelo ocultos por algún pétalo o algún otro zapato, esta vez no te asomaste a la ventana, fui el que se asomó a ver y dormías, sin dolor, sin tropezón en la última escalera, no estabas abatido o sobre las cuerdas, sólo dormías, tan profundo, en el vidrio mi rostro reflejado lloraba, pero yo no, no quería llorar, no lo quería creer, el gallinazo que no se alejaba, las flores tan violadas por las horas, y se acercaba... el llanto del zócalo, el aullido de los perros, las palomas que se mueren -Te queremos en cualquier lugar, no en este- Un llanto me dio un golpazo, no hay canción más triste que todo este corazón. Lúgubre el abrazo, el pésame, lo siento, se fue, nunca más esto, nunca más el otro. Toman el paso. El columpio es un animal disecado y en el patio yace muerto el árbol de mango, hace mucho...

mucho tiempo.








La última oración, la última palabra, la última foto.
Mechita nos duele, tú nos dueles,
el rosario tiende el sudario en nuestro rostro,
el bisnieto deja de jugar,
el nieto llora diciendo carajo,
el hijo cae en una nube negra cerca de la madre,
el "no me dejes" y el "hasta que la muerte nos separe"
en una ronda de anisado o café,
y todos sufren de agüita de azar…
ay, mi madre se quiebra en amargura,
la abrazo y no me quiere,
quiere más su llanto,
la esperanza es un rescate mal ejecutado,
mal vivido,
trato de calmarla pero el ultimo round,
los nudos, las cuerdas,
todo en la telaraña de cruces,
de cintas negras que ahorcan a los metacarpos
y nunca más lo vamos a ver:
papito, papito, papito lindo, no nos dejes…








Y ahora el peso nos llega hasta aplastarnos, el féretro engarrotado en nuestros hombros, se va de la casa con todo lo que era suyo. La abuela no lo cree y recuerda su primera noche. Todos están atados al hilo negro, con una cruz en la frente, gafas negras, enormes avispas tristes, hermosos ángeles que han dejado de volar, el gallinazo lo hemos comido en la sopa fría, el árbol quiere crepitar, avenida G. P 708, la casa es una choza deshabitada, la avenida es el pasadizo de la clínica, la madrugada es un gran panteón sin ti, el colegio ha cerrado sus puertas, los negocios no venden nada, nuestros pies lloran en esta procesión, tu último camino lo andamos todos: a llanto, en "hasta nunca" de ruedas y un vago timón, pétalos que flotan, nubes que descienden…

-Si estas cansado me avisas- un buen hombre de la funeraria me dice.

Quiero caer y no caigo, quiero llorar y no lloro, quiero ser fuerte y lo soy…

-¡Humberto León Infante!...

–Presente,
presente,
presente,
presente…







La iglesia tiene santos que están tristes.
La cúpula sostiene un globo negro.
Tú miras al cielo y nosotros oramos.
Nuestras manos padecen juntas por un clavo,
nuestra alma navega en océanos de sombra
la oración de los muertos tiene presa
nuestras lágrimas, coágulos y nombres…
Campanadas,
Campanadas:
el ultimo round,
el cuerpo presente,
no recuerdo el padrenuestro…